miércoles, 6 de agosto de 2008

LA ESTRELLA (FUGAZ)


Luego de varias afirmaciones sobre la continuidad de varios de los futbolistas del plantel profesional perteneciente al grupo empresario que están de paso en San Lorenzo, esta última semana quedó demostrado que la plata todo lo puede y la palabra y las acciones no valen nada.
Recordemos: en el comienzo de la pretemporada, comenzaron a circular rumores sobre varios equipos que estaban siguiendo los pasos de Gonzalo Bergessio, hasta se rumoreaban cifras suculentas sobre las ofertas que estaban al caer; mientras “Lavandina” desmentía una supuesta transferencia a otro equipo (inclusive se habló que pasaría a Bosta, con todo lo que eso significaría), el fichaje top del semestre Andrés D’Alessandro (2 goles, y varios partidos en un nivel regular, teniendo en cuenta también que no jugó en su posición natural de enganche sino que lo hizo de volante por la izquierda) ofrecía declaraciones que mostraban un futuro incierto con respecto a su pase, en algunas entrevistas dejaba en claro que seguiría jugando para San Lorenzo y en otras dejaba abierta la posibilidad de emigrar a otro equipo. Ante tanto revuelo y pasividad de nuestros dirigentes, el nuevo entrenador Miguel Ángel Russo solicitó mantener la base del plantel (a los pocos días se supo que el Inter de Puerto Alegre había realizado una oferta pero que enseguida fue desestimada por el grupo inversor y por el Zaragoza, dueño del 50% del pase), y en respuesta a ello, el empresario Marcelo Tinelli aseguró la continuidad de todos los futbolistas importantes del plantel que habían llegado de la mano del grupo inversor. Si bien esta declaración trajo tranquilidad al pueblo sanlorencista, el flamante DT fue el primero en declarar que mientras este el libro de pases está abierto en Argentina y en el exterior, puede pasar cualquier cosa; y así fue (todos en el fondo creo que lo sabíamos).
El Inter brasileño juntó las ultimas moneditas que le quedaban, para arrimarse a la cifra que solicitaba el grupo inversor, y como por arte de magia, las partes acordaron la transferencia (Inter - Zaragoza - Grupo Inversor), la moraleja de esta historia es que San Lorenzo terminó perdiendo por varios lados menos por uno, pero es tan mínima la diferencia entre lo que ganó y lo que perdió que casi ni vale la pena mencionarlo. Veamos, D’Alessandro está cedido en nuestro equipo por el grupo inversor, pero haciendo que San Lorenzo le pague su sueldo (extremadamente elevado para la situación económica en la que se encuentran las finanzas del club); en caso de una venta, San Lorenzo no ve un solo peso, lo que quiere decir que no se podrá recuperar la inversión que se hizo en el jugador durante esos casi 6 meses que estuvo en el equipo. Similar situación es la que se da con Diego Placente, Gonzalo Bergessio, y el restante de jugadores acercados por el grupo inversor, en los cuales San Lorenzo se hace cargo de una ficha demasiado alta por cada jugador nuevo que llega.
Para afrontar estos excesivos gastos, el club no tuvo mejor idea que comenzar a vender jugadores juveniles de primera, que no tuvieron oportunidad de demostrar lo que valen para el club, en precios que daban risa en un mercado mundial de jugadores sobrevaluados; entre otros, se vendieron a Walter Montillo, Darío Bottinelli (sin tener en cuenta al juvenil Quintulen de 16 años, que se lo llevaron de un equipo de Europa en cooperación con los padres haciendo uso de la patria potestad), jugadores que ocupan la misma posición, juegan de enganche, y que tienen algo en común, son 100% del club.